Skip links

El mezcal sabe a petróleo

Hola, mi nombre es Victor Hernández, soy de Chihuahua y desde hace ya casi siete años vivo en la Ciudad de México. Desde que llegué aquí me di cuenta lo diferentes que somos los norteños de los capitalinos. Sí, todos somos mexicanos, tenemos quizá más cosas en común que disparidades, pero creo que justo son las pequeñas diferencias lo que nos hace más mexicanos. 

Y con el párrafo anterior les presento mi participación en este nuevo espacio. Suelo escribir para otras personas, pensando en cómo lo dirán, escribiendo con su voz en mi cabeza, pensando en cómo se escuchará lo que yo escriba cuando lo digan ellos, pero no aquí. Aquí soy nada más yo. Así que prepárense para aburrirse, o no.

Este espacio no tendrá un tema o un formato fijos, así que lo único que puedo prometer es que será únicamente mi voz la que escuché en mi calva cabezota mientras lo escriba.

Dicho lo anterior quiero empezar contándoles una historia de tesón, pobreza y huachicoleros en ciernes. Por lo que les relataré sobre por qué el mezcal sabe a petróleo. 

Como les había dicho, soy de Chihuahua, y no precisamente de clase privilegiada. De hecho nada privilegiada. Razón por la cual crecí acostumbrado a los calentones (calefactores) de petróleo dentro de la casa que nunca dejaban de funcionar en tiempo de frío. Por si nunca se habían topado con un chihuahuense en su vida, en Chihuahua hace un chingo de frío, no nos cansamos de decir esa mamada.

Bueno pues hace años había unos calentones muy monos y hasta estéticos (a su manera) como éste:

pero había otros que literal eran cajas enormes, como éste:

 

En casa tuvimos ambos, incluso uno de tamaño intermedio del que no encontré foto (perdón, falló Google).

Para evitar que todo se llenara de humo, para quien no conozca el “método”, estos calentones se instalan con una red de tubos tan grande como se desee, la cual, lleva el humo hacia el exterior. Obvio siempre era un pedo instalarla porque el humo escapaba por la uniones sí o sí, #pobreza.

En ese entonces (finales de los 70 principios de los 80, no hagan cuentas) nadie tenía calefacción, por lo menos no en mi no-privilegiada colonia. Las casas tenían calentones de petróleo, estufas de leña y/o chimeneas. Nosotros teníamos ambas, chimenea y un calentón enorme de petróleo porque la casa era algo grande.

El petróleo se vendía en expendios “especializados” (énfasis en las comillas, eran los 80´s), quiero pensar, autorizados para eso. 

La demanda era mucha, incluso hasta tenían bombas como las de gasolina, más chicas y pobres, pero bombas al fin.

Cuando mi papá llegaba con el bidón lleno de petróleo para el calentón, no había otra manera de llenar el depósito más que elevarlo, ponerle una manguera, sorber por ésta y rezar que el primer sorbo no llevara el petróleo hasta tu garganta. Nunca lo logré. Sé cómo sabe el pinche petróleo.

Con el correr de los años estos calentones perdieron popularidad, aparte de que eran gigantes estorbosos y mortales dentro de tu casa; también el combustible cambió por algo llamado gasóleo, el cual, según mi sabio padre, estaba todo pinche y sucio a diferencia del santo petróleo.

Los expendios “autorizados” pasaron a ser “señores extraños” que almacenaban éste gasóleo en tambos que traían de quién sabe dónde, (Huachicoleros gonna huachicol) y, adivinen, tenías que llegar con tu bidón y sorberle para llenarlo. Sé cómo sabe también el pinche gasóleo.

Luego, cada año, al acercarse el invierno, mi padre limpiaba el sistema interior del calentón, lo desarmaba completamente y lo sumergía unas horas en gasolina para luego, con dedicación y esmero, tallarlo con un cepillo de dientes o una escobetilla robada de la cocina de mi mamá.

Obviamente el proceso incluía, ocasionalmente, soplar por tubitos, mangueras, pilotos y termostatos llenos de gasolina. También sé cómo sabe la pinche gasolina.

Así que nenes, cuando digo que el mezcal sabe a petróleo es porque he probado el petróleo. NO sabe a gasóleo, NO sabe a gasolina. Sabe a petróleo.

Y no se ofendan, son libres de ir por la vida bebiendo lo que se les hinche un huevo. Mezcal o petróleo, que para mí, son lo pinches mismo. Gracias por leer.