FEMINICIDIOS EN MÉXICO
Amigos, han sido semanas de miedo para todos y para todas. Sobre todo para todas. Hay que decirlo: vivimos en un país donde el feminicidio es común. Y aquí no únicamente se mata a las mujeres, sino que se hace con una violencia que conforme pasa el tiempo escala más y más a niveles terroríficos.
Está lo que ocurrió la semana pasada con Ingrid Escamilla. A ella la mató su pareja en su departamento. Y no solo la mató: mutiló su cuerpo. Suena horrible y está de la verga decirlo en voz alta como si fuera cualquier cosa, porque no lo es. Está podrido. Y como si no fuera suficiente, alguien filtró las fotos de la escena del crimen y varios medios las publicaron. Como si no fuera un ser humano. Como si fuera entretenimiento. ¿Cuántos las vieron? ¿Cuántos las compartieron? No sabemos con exactitud pero váyanse mucho a la verga.
Y esta semana: Fátima. Una niña de siete años que había sido reportada como desaparecida por sus familiares, fue encontrada muerta con señales de tortura. Una niña de siete años fue asesinada de forma brutal. A lo mejor a eso se refiere la canción de “la culpa no era mía”. Porque ella estaba afuera de su escuela, con su uniforme. Ella fue una víctima.
Estos son dos casos que se han vuelto mediáticos, pero hay muchos más. Miles más. Los mexicanos hemos permitido que se nos haga cotidiano. A lo mejor no significa que no nos importe, pero de alguna manera hemos aprendido a vivir con eso. Por eso tenemos las estadísticas que tenemos.
Según cifras oficiales “mueren” alrededor de tres mujeres cada día por actos relacionados con violencia. Y ese es el tipo de discurso que deberíamos considerar cambiar, porque “no se están muriendo”… las están matando. Y es urgente reconocerlo como tal y decirlo en voz alta aunque nos incomode o nos duela admitirlo. Precisamente por eso. Más tomando en cuenta que las cifras oficiales generalmente son menores que las reales: hay personas que señalan que la cifra real llega hasta a once casos al día.
En 2019 hubo registrados 976 feminicidios en el país. En lo que va de este año van 265… probablemente más para cuando se publique este programa. De esos 265, 20 contra menores de 14 años. El año pasado hubo 197,693 llamadas de emergencia por violencia contra la mujer.
Y hablando de eso ¿saben que está también de la verga? Que sean tantos los casos y tan comunes que hablemos de ellos con estadísticas. Puras cifras. Pero cada uno de esos números era una mujer que ya no está. Con nombre propio. Probablemente con padres, hermanas, hijas. Con proyectos que ya no se van a realizar. Con amigas con las que ya no va a salir.
Por eso están tan encabronadas las morras y por eso no deberíamos querer meter nuestra cuchara tan a lo pendejo con lo primero que se nos ocurra. El miedo es de ellas, no nuestro. Podrá dolernos y espantarnos, pero ninguno de nosotros tiene miedo, ninguno de nosotros tiene idea de lo que es tener temor a tomar un taxi, de caminar por la calle, de que se enoje tu novio y se ponga violento. No sabemos.
Mujeres de todos los estratos sociales en todas partes del país han sido víctimas, no es un problema que esté alejado de nuestra realidad. Está cabrón querer debatirlas y decirles que exageran, los datos son reales y no hay argumento que pueda con ellos.
En los dos casos que acabo de mencionar, además de todo, las autoridades han actuado de la peor manera posible. Desde los que filtraron las fotos de Ingrid hasta quienes decidieron que era buena idea victimizar a la familia de Fátima Cecilia haciendo público que habían tenido reportes de maltrato frente al DIF. Perdón, pero no se pueden deslindar y la responsabilidad no se puede repartir.
Han fallado hasta los niveles más altos cuando a pregunta expresa, el presidente dice que los feminicidios son culpa del neoliberalismo y que todo se soluciona siendo buenos.
Y aunque las autoridades son culpables de muchas cosas: ineptitud, negligencia, también somos culpables todos como sociedad, la violencia es cultural, es sistémica, convivimos con ella diario. Por qué carajos está pasando esto.
Son cómplices los que no levantan la voz. Pero también son cómplices los medios que utilizan la nota para vender más. Los opinólogos que quieren impulsar sus propias agendas colgándose de estos casos. Los políticos que usan esto para atacar a sus adversarios.
Tenemos que hacer un ejercicio de conciencia y no aventarnos a reaccionar sin reflexionar un poco antes. Eso es lo que esta situación exige de nosotros ahorita. ¿Qué está pasando? ¿Qué estoy haciendo yo para frenarlo? ¿Qué más puedo hacer?
Y perdón que esta nota no tenga ningún chiste o no dé risa, pero es que un país que pierde a sus mujeres y sus niñas y sus hermanas, madres e hijas es cada vez más triste. Perdón Fátima por no estar ahí para ti, perdón Ingrid por no oír tu voz, perdón mujeres por ser este país.