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Hoy, hace un año.

No todo el tiempo me la paso jugando “LoL” o “Paladins”. También tengo vida personal, aunque no lo parezca debido a que solo comparto cosas que tienen que ver con perritos y madres así.

(Por cierto, el update de Marcela jugando videojuegos sigue en positivo, pero no hemos podido jugar con ella nada ya que, si no se descompone el refrigerador, hay que sacar a los perros a hacer sus cosas <para los que no saben: tengo 3 perros que cagan como si sacaras a pasear a tus amigos y les tuvieras que recoger sus cacas>; el caso es que no hemos tenido chance.)

Pero, volviendo al tema que SÍ tengo vida personal, las cosas cambiaron muchísimo para mí en un año.

Me acababa de divorciar y, hoy hace justo un año, conocí a Marcela. La primera vez que nos vimos fue en uno de los lugares más románticos de la CDMX: el Italianni´s de Interlomas (es SARCASMO obviamente; nada romántico pasa en Interlomas y menos en el Italianni´s). Ella insiste en que le gusta mucho ese lugar pero, desde que estamos juntos, solo hemos ido dos veces a comer ahí: una de esas veces fue cuando nos conocimos; la segunda vez fuimos porque después del cine no había otro lugar a dónde ir cenar que estuviera cerca y fuera rápido.
Nos presentó una amiga en común. Cuando esta amistad mutua vio a dos personas sin pareja, pero con intereses en común, le fue suficiente razón para presentarnos y que compartiéramos un rato ameno, aunque esto fuera una bizarra salida a Interlomas a comer pasta. En el peor de los casos, no nos volveríamos a ver para extender estas experiencias extrañas. Me imagino que cuando pensó en presentarnos, lo vio como cuando tienes un perrito, y ves a otra persona con un perrito similar, y por tu cabeza pasa la idea: “deberíamos juntar a los perritos. Chance y se llevan bien y ¡hasta los podríamos cruzar!”. En Máquina501 pensamos mucho con está lógica cuando se trata de Choche: a cualquier gay que vemos en la calle pensamos: “si los cruzamos con Choche saldrían bien bonitos los cachorritos adoptados en algún lugar de Japón”.
Bueno, regresando a mi historia, después de esa salida para conocernos pensé: “a esta niña (porque la edad es solo un número que jamás se comenta) sí la quiero volver a ver”; al menos, para mí, esta fue la motivación que me condujo a querer una segunda, tercera, cuarta <ad infinitum> salida. Siempre me ha encantado conocer gente nueva, y medio lo extrañaba. A eso súmenle que, a pesar de haber ido a comer mala cocina italiana al lado más remoto de la ciudad, esta persona nueva sobresalía por encima de muchas de mis experiencias previas.

Bueno, para no hacer la historia más larga y cursi, a un año de este evento, hoy estamos viviendo juntos. Teníamos planes de mudarnos en Marzo de este año a un departamento nuevo solos, ya que todo estaba yendo ‘viento en popa’, nos sentimos contentos y nuestros perros, aunque no son los mejores amigos, se están llevando como los niños en colegio nuevo: se ven, se tiran miraditas, son corteses pero, tenemos que estar pendientes y, a la menor provocación, hay que recordarles que la violencia no es la manera de vivir todos juntos.

Hace unos meses también estaba pensando en qué haríamos para celebrar este tan importante aniversario. Tanto ella como yo queríamos hacer algo padre: tal vez visitar algún lugar que no conociéramos ninguno de los dos, hacer un viaje rápido, pero chingón. Pensamos también en irnos a la playa con los perros, tal vez a Pie de la Cuesta o a Veracruz, irnos en coche y hacer un roadtrip increíble de unos días.

Pero estos planes se tuvieron que posponer y, al final, aquí estamos, auto confinados en el departamento donde yo vivía solo. No me quejo, tenemos todo lo que necesitamos, gracias a Dios (en el cual no creo realmente, eso es material para otra columna, pero la expresión ayuda a explicar mi agradecimiento), y estamos juntos. 


Ayer en la noche estábamos platicando Marcela y yo, y comentábamos sobre lo rara que es esta situación; hace un año nos conocimos, luego llegamos al momento en donde ni ella ni yo queríamos seguir viviendo separados y, finalmente decidimos vivir juntos, ya que al considerarlo y pensarlo llegamos a la conclusión que era una muy buena idea, y que funcionamos bien juntos. Valía la pena tratar, y vivir esta experiencia.

Hoy estamos haciendo y viviendo algo que no pensábamos íbamos a estar haciendo hace un año. Estamos bajo el mismo techo, con nuestros perros, viviendo una luna de miel muy extraña. Pasamos de la emoción de vivir juntos al sentimiento de que somos un equipo, que todo lo que hacemos hoy es por un bien común.

Después de mis experiencias sentimentales previas, yo quería algo nuevo y diferente. Hoy, gracias al Covid-19, ¡lo estoy viviendo!
Al decir esto no estoy restándole importancia a todo lo que está pasando en el mundo hoy día, la verdad, sí estoy preocupado. Me preocupa mi papá, mis hermanas y, sobre todo, el mundo que le estamos dejando a mis sobrinos. Pero dentro de todo lo negativo, también puedo ver la luz al final de esta cuarentena.

Hace un año no me imaginaba que iba a vivir nada similar a lo que hoy vivimos. Hace un año estaba pidiendo un spaghetti a la boloñesa, y tratando lo mejor que podía que ella no notara lo teto que me sentía, lo poco preparado que me sentía para entrarle a algo que hoy valoro mucho más de lo que me imaginé; hoy hace un año…


* Update de videojuegos:

  • @ArathGG y yo ya estamos jugando TFT juntos, y creo que lo vamos a streamear pronto. Nada mas que aprenda un poco más porque está verde el chamaco.
  • @Iraamelnegro sigue jugando de la chingada y sí, sigue oliendo a madres.
  • @XavyBecker quiere arrancar un proyecto nuevo que ya les diremos después, pero si no está bueno por lo menos va a estar divertido.