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Ley de Hierro

Charalitros… Ya hemos hablado varias veces de que durante esta cuarentena es trabajo de todos mantenernos en casa y seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Nos estamos jugando la salud. En algunos casos, la vida.

¿Pero qué pasa cuando se involucra algo de lo más sagrado que tiene un mexicano? ¿Qué sucede cuando se proclama una de las leyes más estrictas e injustas? ¿Vale la pena el sacrificio? ¿Vale la pena la vida si no se puede vivirla?

Y no estamos hablando de un pinche toque de queda. O de una pendeja ley de “amnistía”. De una insignificante ley marcial… No. Estamos hablando de, tal vez, la ley más dolorosa de la humanidad: La Ley Seca.

Y es que en vista de la pandemia que ataca al mundo entero, las autoridades mexicanas han decidido declarar lo que se viene conociendo como Ley Seca y que consiste en restringir — y en algunos casos prohibir—  totalmente la venta de bebidas alcohólicas en algunos estados y municipios de la república incluyendo diversas alcaldías de la Ciudad de México. Todo esto con el fin de reducir el riesgo de contagio y evitar las aglomeraciones.

Municipios de Tabasco, Sonora, Campeche y Quintana Roo por ejemplo, ya restringieron la venta. Aquí en CDMX, alcaldías como Cuajimalpa, Milpa Alta y recientemente Xochimilco, también ya hicieron lo propio y le entraron a la Ley Seca.

Sí hay que decir que esta no es decisión del gobierno federal. Cada entidad está haciendo lo que le parece correcto en este aspecto. Y tampoco le podemos echar la culpa a Calderón de esta medida. Obviamente.

Y ya hablando en serio, charalitos. Ni modo. Con la Ley Seca la idea no es chingar a nadie. La idea es que todos salgamos de esta. Aguanten. Resistan. Ya luego, POCO se nos hará el mar pa echarnos un trago. Salud.