Skip links

Marcos Mundstock

Cuando tenía doce años, mi papá me pidió que buscara en Internet música de unos tal Les Luthiers y le quemara un disco. Dejé descargando algunas canciones y probablemente me fui a fumar a escondidas o alguna cosa de niño pendejo de doce años. 

fuente: google images

Cuando regresé a la computadora abrí la primera canción que se había bajado para revisar que el archivo estuviera bien. Ahí escuché por primera vez a Marcos Mundstock. Tenía una voz grave, pero grave en serio, grave nivel “mirá qué nota más grave” y anunciaba que a continuación escucharíamos “un fragmento de -Enrique Sexto-, de William Shakehands”. La pieza se llamaba “El Rey Enamorado” y la escuché completa entre ataques de risa.

Me puse a escuchar todo. La Tanda, Serenata Mariachi, La Bella y Graciosa Moza. No solo eran brutalmente cómicos: también eran unos músicos increíbles. Acababa de descubrir a los que se convertirían en mis comediantes favoritos.

No quiero flexionar y no voy a mencionar más obras suyas en esta nota, no se trata de ser un intelectualito presumiendo cuánto de su trabajo conoce, prefiero hablar de lo que significaron para mí (porque todo se trata sobre mí).

Quemé el disco para mi papá. A los pocos días íbamos en el auto, y empezamos a hablar de Les Luthiers. Recité algunos monólogos de Mundstock que ya había memorizado. A él le dio risa. Siempre ha sido importante para mí hacer reír a mi familia. Siempre.

Pregunté por qué apenas los estaba conociendo si eran tan buenos y a él le gustaban tanto. Resulta que en mi casa estaban prohibidos porque cuando mi madre estaba embarazada de mí, él los escuchaba mucho y ella terminó asociándolos con sus náuseas. Ahora los detestaba.

Fue una manera breve de establecer un lazo extra con mi padre (también fue una discusión con mi mamá por insistirle que les diera otra oportunidad cuando claramente no quería), aunque creo que acabé siendo más fan obsesionado yo que él. Siempre la música, pero siempre las introducciones de Marcos.

fuente: google images

Los escuchaba con mi mejor amigo y tratábamos de sacar las canciones en guitarra. En nuestra época como músicos de café, incluso llegamos a tocar algunas. Nunca tuve talento musical, así que procuraba concentrarme más en presentar bien las canciones. Sin darme cuenta comencé a hacer comedia así, presentando canciones, tratando de volverme alguna versión de Mundstock. 

Los escuchaba con mi novia y coleccionamos los DVD cuando nos mudamos juntos. Nuestro primer concierto fuera de Querétaro fue ir a ver a Les Luthiers en CDMX en un aniversario. Aún conservo los boletos. No me alcanzó para souvenirs. 

Son para mi una forma de relacionarme con la gente. Muchas de las personas que más quiero también son fans. Creo que también por eso los quiero un poco. Porque me los presentó mi papá y moldearon un pedacito de mi vida. Y al primero que escuché fue a Mundstock, y cuando se murió la verdad lloré un poco. También es culpa de la cuarentena que uno ande más sensible, pues.