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Pepe

Pepe y yo nos conocimos cuando íbamos en primaria. ¿Segundo o tercero? no recuerdo, pero desde muy pequeños. Al principio creo que no nos llevábamos del todo bien, pero poco a poco descubrimos cosas que teníamos en común.

Con nadie puedo ser tan ñoño como con él. Estoy hablando de ñoño hardcore, no una parodia descafeinada de The Big Bang Theory, no señor. Ñoño de los que se ponen a discutir batallas imaginarias de personajes de fantasía y cómic a detalle; armas y planes y poderes, hasta que cualquier persona que esté cerca pide que se cambie el tema.

Cuando íbamos en secundaria entró a trabajar al cine, y de pronto fue una temporada de películas gratis. Nos dejaba pasar a las salas y a veces hasta nos conseguía palomitas. Fue una de las mejores partes de esa época. 

Hace un par de semanas recibí un mensaje: “Hoy en la madrugada murió Pepe, te digo más en un rato, aún no sé qué pasó”.

Años atrás me enseñó a jugar Magic The Gathering y hasta me regaló mis primeras cartas. Me encanta el juego pero nunca fui bueno, no como él. Es la misma diferencia entre entender cómo se mueven las piezas de ajedrez y saber jugar ajedrez. La única manera de ganarle era que se dejara ganar. Siempre se dejaba. Sospecho que prefería pasar tiempo juntos que ganar.

Nunca he conocido a nadie tan genuinamente bueno y de corazón puro como Pepe. Sin un gramo de falsedad, sin fingir: genuinamente contento de verte siempre. 

En los últimos años siempre estuvo pendiente de lo que yo hacía. Me felicitó cuando entré a trabajar a Máquina, cuando me vio haciendo radio por primera vez, escuchaba todos mis podcasts y tenía comentarios alentadores para todo lo que yo hacía. Pepe te hacía sentir escuchado.

Horas después llegó otro mensaje. Resulta que se contagió de COVID y no lo quiso contar mucho para no preocupar a nadie. Tenía un concentrador de oxígeno para ayudarse. Una noche se sintió mal y pidió una ambulancia, murió en el hospital menos de un día después.

Racionalmente entiendo que murió, pero no me hace clic todavía. Pepe no se puede morir. Pepe es importante. Está ahí desde que soy niño, es una constante en mi vida que cuando lo vea me va a hablar de Magic y cómics y D&D. 

Luego viene el momento de hacer inventario mental y recordar si las últimas veces que nos escribimos le respondí con suficiente cariño. Recordarlo porque no quiero abrir esos chats si no hay nadie del otro lado que me pueda responder.

Pepe me leía cuando escribía aquí, supongo que por eso escribo esto ahora. No tengo un final claro en la cabeza para el texto, porque esta historia no fue mi elección. Yo hubiera escrito algo diferente. ¿Cómo que ya no voy a verlo nunca? No tiene sentido.