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Planeta Crimen: Goyo Cárdenas – El estrangulador de mujeres Parte V

El monstruo estaba suelto. Goyo no soportaría más sin hacer suya a Graciela, y de no lograrlo, no soportaría sus rechazos ni una vez más.

Cuatro días después de haber matado a Rosita, fue a recoger a Graciela a la escuela, decidido a besarla.

La tormenta dificultaba la visibilidad en las calles de la ciudad. Goyo no tomó el rumbo hacia casa de la muchacha, sino hacia la colonia Tacuba. Hasta que llegó a su propia casa.

Los vecinos declararon que pasó mucho tiempo ahí, sin entrar a la vivienda. Incluso a uno le dijo que se le había atascado el coche y estaba batallando con él, que quizá necesitaría ayuda.

Lo que realmente había pasado al interior del Ford 1939 fue que planteó sus intenciones de enamorado. Graciela se sorprendió de llegar a una casa que no era la suya y se negó a bajarse. Se molestó. Le pidió encender de nuevo el coche y llevarla a su domicilio, como tantas veces había hecho. Ella era una señorita, no una cualquiera que tenía romances en un auto o que entraba a casas de hombres solteros.

Goyo no escuchaba sus reclamos. Intentó besarla ahí mismo, en el asiento del coche.

Pero la única respuesta que recibió fue una bofetada. Una fatídica bofetada.

Él se encolerizó. Le echó en cara su amor. Que solo lo viera como un amigo, que solo lo quisiera para ayudarla a estudiar química. Reclamó su desprecio, el desprecio de todas las mujeres. Como su primera esposa, que prefirió irse con otro. Como las prostitutas, que solo se acostaban con él por dinero. Como su madre, que lo presionó y maltrató. Todas eran culpables. A todas las odiaba. A ella más por no abrirle su corazón.

Tomó un cordón que tenía en el coche. Graciela, aterrorizada, no pudo escapar del coche. Vio con horror como su amigo, su enamorado, el estudiante modelo, se transformaba en un monstruo y pasaba de querer besarla, a asfixiar su cuello.

Él apretó y apretó con el cordón, hasta que el último aliento de Gracielita se extinguió. Había matado al amor de su vida.

No podía dejar el cuerpo ahí. Lo enterraría igual que había hecho con las demás. Pero no sin antes hacerla suya. Aunque fuera inerte. Aunque no sintiera ni una caricia.

Con ella invirtió el orden de su crimen: como no hubo sexo, siquiera un beso, violó el cuerpo todavía tibio de la muchacha después de haberla estrangulado.

Así, en la acusación contra Gregorio Cárdenas pesarían no solo los cuatro asesinatos, sino también el delito de necrofilia.

@iartetam es una periodista mexicana especializada en temas de género, puedes encontrar más de su trabajo en https://www.animalpolitico.com/author/iarteta/ 

Esta investigación forma parte del episodio 1 de Planeta Crimen, podcast de True Crime hecho por MQN501 para audible, puedes escucharlo aquí: https://www.audible.com/pd/Planeta-Crimen-Podcast/B08K96LLV5